novedad editorial
Las virtudes y falsos mitos que cimentaron la leyenda de Esparta
El catedrático de Historia Antigua de la Hispalense César Fornis publica 'Esparta, ciudad de la virtud y de la guerra'
Itálica, la gran ciudad ceremonial que ayudó a la construcción de Europa

Grecia ha sido desde hace muchos siglos un referente dentro de la cultura occidental. Nadie de hecho podría entender valores tan vigentes como los de la democracia y la ciudadanía sin mirar a la Atenas de Pericles. Pero también Esparta desempeñó un papel esencial en ... todo ese proceso, ya que esta ciudad-Estado fue un ejemplo de la virtud cívica y de la libertad política, además de fraguarse su leyenda en los campos de batalla. Tras este apogeo, se crearon falsos mitos que han distorsionaron su legado. Incluso hubo movimientos como el del nacional socialismo que se apropiaron de la cultura espartana desvirtuándola hasta niveles insospechados. Por todo ello, el catedrático de Historia Antigua de la Universidad de Sevilla César Fornis ha dedicado muchos años de estudio a este tema que han culminado en su libro 'Esparta, ciudad de la virtud y de la guerra' (La Esfera de los Libros), una obra de gran erudición, pero también eminentemente didáctica, que ayudará al lector a comprender cómo se gestó este gran pueblo.
Esta obra ha aparecido cinco años y medio después de que su autor publicara 'El mito de Esparta' (Alianza). Para este experto en historia antigua son dos libros «complementarios». «El anterior estudio resaltaba a Esparta como paradigma o modelo de otros momentos históricos de la historia de Occidente», señala Fornis. En ese sentido, Esparta ha tenido influencia en el mundo helenístico y romano «como ejemplo de régimen político perfecto, armónico y, por tanto, digno de imitar. Luego, durante el humanismo renacentista, estuvo presente en las utopías, como la de Tomás Moro. Se veía como un mundo idílico. Hay mucho de Esparta a través del pensamiento platónico en esas utopías», subraya este catedrático.
También se usó su ejemplo para luchar contra el absolutismo monárquico, ya que los espartanos tenían una magistratura que limitaba el poder de sus reyes para que no se convirtieran en reyes absolutos. Asimismo, durante la Ilustración, Esparta fue modelo de virtud. «El espartano es patriota y lucha por su libertad y por sus virtudes cívicas. La Ilustración y la Revolución Francesa buscan la virtud, el bien común por encima del bien individual. Estamos hablando de un mundo griego donde el ciudadano participa de los asuntos públicos», insiste este catedrático. Eso último se asocia con el hecho de que la libertad de los antiguos era una libertad productiva que buscaba el bien común, pero tras la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano (1793), se instaura la llamada libertad de los modernos, «que es más banal que la libertad de los antiguos porque es individual y personal», dice Fornis, quien añade que «cuando Aristóteles habla de que el hombre es un animal político se refiere a que es en el marco de la polis —en las ciudades— donde el hombre se desarrolla como ciudadano».
—¿Por qué siente tanta fascinación por Esparta?
—Siento fascinación por una parte, pero no obsesión. Es un tema que atrae mucho a la gente. Puede parecer que los atenienses hicieron la democracia y que la cultura era parte de su esencia, pero los espartanos moldearon el pensamiento. La de Esparta es la primera educación pública de la humanidad. El que haya un Estado que organice un modelo de educación por clases de edad marcada por ritos de iniciación de una edad a otra, por muy duro que fuera, se debe a Esparta. Los espartanos tenían unos conocimientos mínimos en general de música, matemáticas, aritmética, etc. Pero se preocupaban por la educación. Hay que ver el límite entre la educación y el adoctrinamiento.

Llegados a este punto, hay que analizar cuál fue la verdadera relación que hubo entre Esparta y Atenas. Para este profesor de la Universidad de Sevilla, la clave es que dicha relación fue cambiando con el paso del tiempo. «Esparta fue el Estado más poderoso de Grecia desde el arcaísmo, es decir, en los siglos VII y VI antes de Cristo, pero Atenas no tenía ese poder en la época arcaica, sino que ya lo adquirió en el siglo V con Pericles», afirma César Fornis. Este subraya que el rey Cleómenes intentó integrar a Atenas en la órbita de Esparta, pero no lo logró, ya que el pueblo ateniense prefirió el camino de la democracia. «Clístenes sentó las bases de la democracia en Atenas en el año 508. Atenas y Esparta sí se unieron en las guerras médicas. contra los persas No todas las ciudades griegas participaron en la defensa de Grecia, pero Atenas y Esparta colaboraron».
Atenas creó una gran flota en las guerras médicas y se convirtió en un imperio que se hizo con el Egeo. A partir de aquí se formaron dos bloques: el de Atenas, que apostaba por un sistema democrático; y el de Esparta, que era una oligarquía. «Este choque se ha comparado con la Guerra Fría», asegura Fornis. «Hace 2500 años —prosigue este investigador—, Tucídides narró cómo surgió la guerra entre Atenas y Esparta por un conflicto local. Ahora estamos teniendo un ejemplo de nueva guerra fría por los intereses de Rusia, Estados Unidos y de otras potencias. Es curioso que los marines americanos estudien a Tucídides, porque este fue un ejemplo de cómo comportarse en una diplomacia armada».
Para César Fornis, la imagen de Esparta se desvirtuó porque no contó con fuentes historiográficas propias como Atenas
Las diferencias irreconciliables entre Atenas y Esparta derivaron en la guerra del Peloponeso, que enfrentó a ambas potencias durante veintisiete años. Aunque Pericles no cedió ante Esparta, al final Atenas perdió la contienda. «Cuando los espartanos vencieron y vieron todas las riquezas que tenía Atenas, pierden esas virtudes que atesoraban. Hasta entonces en Esparta no se había acuñado ninguna moneda, pero al vencer a Atenas mueren del éxito, se ven los dueños de Grecia y se comportan de una forma tiránica», comenta el autor de este estudio.
Hay que tener en cuenta que los espartanos nunca habían sido vencidos en campo abierto durante dos siglos y medio. Para el historiador Jenofonte, la falange hoplítica era «un muro de bronce y púrpura». Las únicas derrotas que habían sufrido estos soldados fueron en alguna emboscada.
Habría que plantearse otra importante cuestión: ¿por qué Roma ofreció una imagen idealizada de Esparta? Sobre este asunto, el catedrático de Historia Antigua asegura que «gran parte del pensamiento romano culto es de origen griego. Esparta no tenía poder en la época de Roma, pero vivía de su prestigio, por eso Augusto trató excepcionalmente bien a Esparta en su época». En ese sentido, este experto reconoce que para los historiadores modernos la Esparta romana se había convertido en un «parque temático».

Por otra parte, Fornis añade que «en el pensamiento político estaba la idea de que Esparta había gobernado durante mucho tiempo porque tenía un régimen perfecto. Eso fue así porque poseía una constitución mixta de varios ordenamientos políticos y ninguno predominaba sobre los demás». En esta ciudad-Estado había dos reyes que gobernaban en una diarquía. Existía asimismo un consejo de ancianos, la Gerousía, y también estaban los éforos, que eran los vigilantes o magistrados, que representaban al pueblo y que controlaban a los reyes para que estos no se extralimitaran en sus poderes. «Esos tres poderes se conjugaban, pero en verdad era un régimen oligárquico que destruía cualquier democracia. Las repúblicas de Venecia y Florencia imitaron regímenes como el de Esparta a la hora de combinar distintos poderes», sentencia Fornis.
Esparta en la cultura popular
En las últimas décadas, el mito de Esparta ha sido desvirtuado por el peso que han tenido en la cultura popular obras como la novela gráfica de Frank Miller '300', que posteriormente se adaptó al cine. Ante dicha cuestión, el historiador afirma que «no sólo hemos tenido una imagen distorsionada por eso, pero también. La literatura y el cine se quedan con lo popular, pero la imagen alterada de Esparta ha existido siempre. Es lo que se llama el 'mirage' de Esparta, es decir, el espejismo». Para este catedrático de la Hispalense, «el problema principal es que no tenemos fuentes auténticas de Esparta. Los espartanos preferían la cultura verbal a escribir las cosas. No tienen historiografía como los atenienses, por eso quienes cuentan las cosas de Esparta son gente de fuera».
A este respecto, César Fornis habla de que algunas fuentes eran más creíbles que otras. «Jenofonte era discípulo de Sócrates. Era ateniense, pero vivió en Esparta durante un tiempo. El rey Agesilao le hizo varios regalos, como una villa con sus tierras, de ahí que en sus textos ensalzara a este monarca y a los espartanos, pero en realidad Agesilao gobernó con mano de hierro». Al igual que Virgilio exaltó a Augusto en 'La Eneida', Jenofonte hizo algo similar, «y al final ofreció una imagen distorsionada», subraya este investigador. Fornis añade que hubo dos poetas espartanos en el periodo arcaico (siglo VII): Tirteo era «un lírico de versos muy épicos» y Alcmán alcanzó un gran renombre en su época y escribió cantos para doncellas. «Esas son las únicas fuentes reales de Esparta, todo lo demás lo cuentan otros desde fuera. Algunos lo ensalzan y otros lo critican más de la cuenta».
En el siglo XX, Simone de Beauvoir vio en la mujer espartana una mujer liberada de sus ataduras que tuvo un papel muy relevante dentro de la sociedad. «En Esparta la mujer no estaba relegada sólo a la crianza de los hijos. Plutarco habla de que los hijos pertenecían al Estado. Se habla de que esta ciudad era totalitaria, pero no lo era. El individuo tenía que consagrase al Estado, pero eso no le quitaba tener cierta libertad. El problema es que Esparta se nazificó. Fue un referente para los nazis, que sí tuvieron un Estado totalitario. Los espartanos son dorios y los nazis arios. Estos últimos pensaban que los dorios eran una raza superior como los arios y que ambos pueblos habían venido para gobernar sobre los demás», dice Fornis. Este catedrático aclara que «son fuentes romanas las que cuentan que los espartanos arrojaban por un precipicio a los niños que no eran perfectos. Pero no se sabe si es verdad. El rey Agesilao II era cojo de nacimiento y no lo tiraron por un precipicio. Es más, fue el monarca más importante que hubo en Esparta junto a Cleómenes».
Preguntado por si cree que esta va a ser una obra definitiva para entender cómo era Esparta, César Fornis asegura que «yo lo entiendo así porque llevo 25 años investigando sobre este tema» y subraya que «este libro es como una especie de vademecum, pues analiza desde los orígenes de Esparta hasta la integración en Roma. Son ocho siglos de historia que están puestos al alcance de todos los lectores», concluye.
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